Architectural Design Archive
HALLO TRISTESSE
The perplexing scale of Berlin's destruction in the aftermath of the Second World War marks theentry of the city into the Anthropocene: the era in which humans beings have become a determining geological factor. The labour and endurance of Berliner women in the handling and management of more than 45 million cubic metres of dead city involved the birth of an unprecedented material landscape, an early urbanism-of-waste at a territorial level.

The city’s 18 artificial mountains witness its new metabolic condition, a dark ecology, hidden beneath the 20,000 atomised buildings that lie under the highest of them. Teufelsberg, erected over an uncompleted military academy designed by Albert Speer. The ruinous structure an NSA American espionage station, crowns its summit.

This lost archive of material culture remains untold and untold, just as sadness. Being the only one of the six basic emotions without a precise evolutionary purpose, it remains invalidated and censored on the public sphere. Its psychological and physiological determinants upon bodies set the tools to mould several telluric architectures. At the heart of the mountain this series of funerary typologies articulate a great compound monument, placed amongst and beneath ruins.

The Metropolitan Cenotaph of Berlin proposes an affective turn in architecture. A place where destruction is remembered and loss commemorated through collective experience; a place where sadness is expressed in company, vindicating it as a valid emotion in the realm of shared spaces.

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La incomprensible escala de la destrucción de Berlín en la postrimería de la guerra señala la entrada de la ciudad en el antropoceno: los seres humanos hemos devenido en un factor geológico determinante.

El trabajo de las mujeres berlinesas en la gestión de más de 45 millones de metros cúbicos de ciudad muerta supuso un paisaje material inédito, un primer urbanismo del desecho de escala territorial. Las 18 montañas artificiales de la ciudad son testigo de su nueva condición metabólica, una ecología oscura, oculta bajo los 20.000 edificios atomizados que yacen bajo la más alta de ellas, Teufelsberg, erigida sobre una academia militar de Albert Speer sin terminar. La estructura ruinosa de una estación de espionaje americana de la Guerra Fría corona su cima.

Este archivo perdido de la cultura material permanece no narrado y oculto, del mismo modo que la tristeza, la única de las seis emociones básicas sin un fin evolutivo preciso, permanece negada e invalidada en la esfera pública. Sus condicionantes psicológicos y fisiológicos sobre los cuerpos fijan las herramientas con las que se moldean las arquitecturas telúricas de un gran monumento compuesto en el corazón de la montaña, articulado en torno a una serie de tipologías funerarias entre y bajo ruinas.

El Cenotafio Metropolitano de Berlín propone un giro afectivo para la arquitectura. Un lugar donde se recuerda la destrucción y se conmemora la pérdida a través de la experiencia colectiva; un lugar donde expresar la tristeza en compañía, reivindicándola como emoción válida en el ámbito de los espacios compartidos.